jueves, diciembre 17, 2009

A veces me gustaria retroceder el tiempo. Te volvería a la primavera, tal vez asi hubieras florecido y no te hubieras marchitado antes de tiempo.
Recuerdo cuantos secretos guardabamos, cómo nos gustaba jugar a estar en silencio leyendonos la mente, sabiendo que queríamos sin mover nuestros labios, tan solo una mirada permanente. Extraño sentir ese silencio, que pasaran días sin verte y luego ver tu risa y de vuelta otra vez al silencio. Creo que es lo que más extrañé cuando comenzaste a irte.
En un principio eran kilómetros, cosa fácil de vencer. Era cosa de que pasaran algunos días, y luego por pequeños pero inmensos minutos volvíamos al mismo espacio, como si estuvieramos atados con la cuerda más firme, que a pesar de la distacia, el tiempo y los cambios , no podia ser destruida. Te recordaba a diario, como si estuvieras en mis uñas, o en la agenda de recuerdos. Estabas en lo constante e infaltable. A veces tanto te extrañaba y tal era tu recuerdo en mi que me era difícil dejar pasar las horas y convertir en normales mis días donde ya no estabas con la misma frecuencia de antes. Los lugares donde reimos, lloramos y crecimos se transformaron en cartas con relatos, unas cuantas historias que resumian nuevas vidas, que hacian extrañar y que reconstruian el amor.
Cada tarde disfrutaba leerte, era como si me estuvieras susurrando una historia mientras nos mirábamos, un sitio único con el cual no me costaba soñar a diario. Me emocionaba saber que ya iban pasando los días para tu visita, para un reencuentro y para al fin sentirte y mirarte cerca, ver cómo mi miedo de perdernos en la lejanía no era más que eso, miedo y nada más. Esos pequeños minutos que luego pasamos son mis mejores recuerdos, es como si al recordarlo te estuviera viendo ahí, tan delicado como siempre, creando risas que el eco sigue transmitiendo.
Pero no sé que pasó, sigo sin explicarmelo desde que definitivamente perdimos nuestro rastro. Tal vez no es cosa que tenga explicación, cada uno toma sus decisiones, y solo queda entender. Solo sé que ya han pasado meses desde que partiste rumbo a lo infinito, y que en un principio por muy fuerte que fuera la noticia no asumí lo que sería vivir sin ti. Ahora, cuando ya pasan los días, donde ya no recibo cartas ni visitas, cuando todo es ruidoso, me doy cuenta que a pesar de que creí que no lo haría en tal magnitud, te extraño. Si , te extraño, y más que extrañarte, necesito de ti, necesito qu formes parte de mi vida, que riamos como antes, que peliemos y luego nos riamos de nuevo, que me abraces y sentir como suenan tus latidos y sentirte vivo, más vivo que nunca. Tal vez lo que más duele al final es darse cuenta que mucho se podría haber hecho para que te quedaras, y que a veces uno es más ciego de lo que debería. Pero no vale de nada arrepentirse, solo vale no olvidar. No olvidar cuanto nos entregamos, cuantas noches y días pasamos, las diferentes montañas de la vida que cruzamos juntos, nuestros cuerpos.
Te tengo en mis sueños, en mi mente y en mi corazón, y tal vez me deba conformar con eso, aunque cueste aceptalo y volverlo real. Y ahora es cuando más fuerte late mi corazón, porque late por dos, late por lo inmensas que fueron nuestras alegrías, y late para contarte por allá donde estés mis felicidades para que jamás me olvides y viva tu silencio dentro de mi.
Cómo te extraño querido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuanto quisiera traer todas esas cosas que te hicieron feliz para hacerte tan feliz como mereces.