Vivia contando estrellas que sonreian y abrazaban. Cada noche lo mismo; estar, acostarse en el techo boca arriba observando el cielo, pensar, cristales, visiones, ILUSIONES. Se metía en sueños que la llevaban a otros sueños aun más lejanos a toda su podrida realidad y la hacian olvidar de su inútil respiración. Cada noche ahí le daba ideas para engañar a sus brazos y su cuello y expulsar todo eso que guardaba. Ella había creado todo eso, pero estaban hechas para ser regaladas y si no lo hacia iba a haber sido una pérdida de tiempo, un algo un terminar.
Imaginaba y podia escuchar, ver y sentir lo que toda la ciudad estaba haciendo en ese momento. Sabía que nadie estaba haciendo lo que ella hacia, y esperaba algún día compartir ese momento con alguien así, de ideas desordenadas y perdidas. Probablemente nunca nadie lo iba a hacer, pero le gustaba imaginar que alguien a kilometros o quizas justo atrás de ella se imaginaba mundos parecidos y sueños de tal magnitud como los que ella tenia.
Estaba sola, podía sentirlo y lo tenia más que claro. Aunque todos pensaran lo contrario, ella estaba sola. En esos momentos siempre estaba sola, y en esos momentos recurria a abrazar el cielo, así ella en su corazón alimentaba a todos con calor, muy simbolicamente quizás y bastante absurdo, pero era la única fomra de que los kilometros, vidas, eternidades se unieran y actuaran un rato a ser la compañia.
Todo a la vez, una melancolia que nunca antes habia sentido, y le gritaba a las estrellas para que se acercaran y dejaran de jugar allá tan lejos, que vinieran y le enseñaran a reir pero la luna era celosa y no dejaba que la fueran a ver y menos que sintieran con ella. -No importa, con tan solo pensar en ellos puedo volar aun más lejos y las puedo alcanzar-, decia ella.
Algunas noches sentia pena, cristales tranparentes se quebraban en su cara y corrian hasta tocar el pequeño techo en el cual se acostaba, Pero aqellos cristales le hacia cosquillas cuando corrian por su cara y una pequeña sonrisa le salia y terminaba lentamente en convertirse en una alegria, juntando cada melodia del viento. A veces le pasaba lo contrario, y comenzaba por una sonrisa y todo se estropeaba. Cambios, tantos cambios tenia! necesitaba un estabilizador que mantuviera su pequeña y graciosa margarita que al reir se le marcaba en su cara el mayor tiempo posible, y que si se borraba que fuera porque otra forma de reir y de demostrar su interior habia inventado.
Queria aprender a ser una estrella, a ser la luna; ser el cielo. Asi poder abrazar tan tiernamente, y poder ver si de verdad alguna vez alguien hizo lo mismo que ella, y servir un poco de consuelo en las noches más profundas y confusas, pero tambien en las más sinceras y verdaderas. Para eso le faltaban vidas, pero no perdia nada haciendo el intento.
Era algo intenso, sus noches eran intocables ; su momento favorito, pero a la vez el que más le daba miedo. Ahi estaba, siempre boca arriba mirando esos extraños lugares, flotando en una imaginación donde aparecia lo más incoherente y poco real. Pasaba horas, hasta que nuevamente el sol salia, hasta que dejaba de soñar, y los recuerdos pasaban a estar dentro de otros en lo real.
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